Líderes comunitarios haitianos brindan refugio a migrantes indocumentados
en Puerto Rico
13 de marzo de 2023
Dos haitianos que residen en Puerto Rico se propusieron ofrecer santuario a los cientos de migrantes que se aventuran a llegar al territorio estadounidense y en el camino son víctimas de “coyotes” que los abandonan en islas inhabitadas
SAN JUAN, PUERTO RICO - Las historias de migrantes caribeños comienzan en el mar, en “yolas” que se mueven de unas islas a otras con decenas de personas a bordo buscando sueños en países lejanos. Siguen travesías desde Haití y República Dominicana arriesgando la vida para tocar tierra estadounidense en Puerto Rico.
Allí, dos haitianos abren las puertas de sus hogares a hombres, mujeres y niños que perdieron todo a manos de contrabandistas.
“Yo tengo en la sangre esto de ayudar a la gente de mi tierra, porque yo sufrí lo que ellos están sufriendo”, dijo a Voz de América Leo Prophil, un líder haitiano que llegó a Puerto Rico en el 2004 luego de vivir 12 años en República Dominicana, donde sufrió maltratos de acuerdo con su testimonio.
“Ahí me torturaron, me deportaron nueve veces y en la décima ocasión, me esposaron tres días y me dejaron sin comida y sin agua”.
Prophil habilitó una residencia en San Juan para dar refugio a los haitianos que llegan a la isla, y aseguró que los migrantes arriesgan sus vidas para llegar por vía marítima hasta Puerto Rico porque “Haití se ha convertido en un infierno”.
En su más reciente informe de situación de derechos humanos en Haití, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reveló que la creciente movilidad de haitianos se debe a los altos niveles de violencia, la crisis social, económica y política, la vulnerabilidad del país ante los desastres naturales y la pobreza.
“La vida no vale absolutamente nada. Estamos sufriendo la cultura de la muerte, de la violencia, del secuestro. Todos los días tengo lágrimas en mi ojos por esa situación, es penoso lo que está pasando en mi país”, sentenció Prophil.
Los migrantes pagan hasta 10.000 dólares a los contrabandistas para que los lleven hasta Puerto Rico, pero con frecuencia son abandonados en islas deshabitadas bajo el engaño de que llegaron a la isla grande. Allí son rescatados por la Guardia Costera y detenidos por agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP, por sus siglas en inglés).
En el año fiscal 2023, que comenzó el pasado octubre, los agentes han interceptado a 642 migrantes que trataban de ingresar a Puerto Rico de manera irregular, 380 de ellos eran haitianos y 245 eran dominicanos, según datos provistos por CBP.
En el 2019, más de 1.7 millones de haitianos vivían en el exterior, un número que la CIDH destaca que podría ser mayor, debido a los desafíos en recolección de estadísticas y la “invisibilidad de comunidades migrantes en situación documental irregular”.
Prophil ofrece sus servicios como traductor en creole una vez estos migrantes son llevados hasta tierra firme en Puerto Rico. A partir de allí, luego de ser procesados por CBP, les ofrece servicio médico, alojamiento y comunicación con sus familiares.
“Nosotros estamos dispuestos a asumir esa responsabilidad de todas las personas que llegan aquí porque los puertorriqueños son bien generosos. Todos los recursos los conseguimos gracias a los buenos samaritanos. Lo que Puerto Rico ha hecho por mí, por los migrantes, yo no tengo cómo pagarlo”, agregó Prophil.
Prohil está convencido de que nunca regresará a Haití. “Si salgo ahora mismo, en la puerta del aeropuerto me secuestran”, aseguró. Eso lo hace sentir “muy mal, triste”. Lo que le mantiene, dijo, es la fuerza y el ánimo de ayudar a sus compatriotas.
Otro santuario existe en la iglesia San Mateo de Cangrejos, en Santurce, uno de los barrios históricos de la capital de Puerto Rico, desde donde el sacerdote haitiano Olín Pierre-Louis ofrece ayuda como hospedaje, comida y ropa a migrantes de diferentes nacionalidades.
Pierre-Louis llegó a la isla como parte de la congregación Padres y Hermanos Vicentinos. Una vez se ordenó como sacerdote, en 2009, fue asignado a la parroquia en San Juan, desde donde lidera sus esfuerzos humanitarios.
Su primera labor, contó a la VOA, comenzó con el terremoto de Haití en 2010 cuando recogió suministros para enviar a su país. “Puerto Rico es pequeño pero es quien más ayuda a Haití”, dijo.
Su trabajo continuó con migrantes que llegan hasta las playas de la isla “sin nada”.
“Yo no pregunto sobre los problemas que han pasado. Mi deber es ayudar siempre. El migrante trae una mochila de sueños cuando llegan a tierra americana. Yo lo ayudo para que pueda cumplir un poquito de ese sueño”, agregó el sacerdote.
Pierre-Louis aseguró que perdió la cuenta de la cantidad de migrantes que ha ayudado desde que comenzó su labor, pero “deben ser miles”. Al momento de entrevistarlo, en la parroquia se alojaban 12 migrantes provenientes de Cuba y Haití.
Olín Pierre-Louis llegó desde Haití a Puerto Rico hace cerca de dos décadas.
Olín Pierre-Louis llegó desde Haití a Puerto Rico hace cerca de dos décadas.
En una casa en San Juan reciben a los migrantes para brindarles hospedaje.
En una casa en San Juan reciben a los migrantes para brindarles hospedaje.
Migrantes albergan pertenencias que les han donado en su estadía en Puerto Rico.
Migrantes albergan pertenencias que les han donado en su estadía en Puerto Rico.
Pasan el tiempo jugando dominó en la iglesia que les sirve de refugio.
Pasan el tiempo jugando dominó en la iglesia que les sirve de refugio.
Su labor se mantiene en pie “gracias a los buenos samaritanos”.
Su labor se mantiene en pie “gracias a los buenos samaritanos”.
Degnis Acosta pasa sus tardes tocando baladas.
Degnis Acosta pasa sus tardes tocando baladas.
Salieron de Cuba para Florida, y terminaron en Puerto Rico
En lo que llamaron un “golpe de suerte”, un grupo de seis cubanos que se alojó por unos días en la parroquia San Mateo de Cangrejos terminó en Puerto Rico luego de haber estado a pocos kilómetros de la costa de Florida.
Pastor Delgado Matos contó a la VOA que salió junto a su hijo y un grupo de conocidos desde Cuba con destino a Cayo Hueso en un bote que construyeron ellos mismos. A un poco más de 38 kilómetros de su destino, un motor de la embarcación se averió y tuvieron que tirarlo al mar. Tratando de esquivar olas, el grupo fue perdiendo los remos que tenían para avanzar la embarcación y estuvieron naufragando tres días.
Entre los migrantes estaba Junior Vera Domínguez, quien aseguró que tras varios días de incertidumbre, las corrientes del mar los llevaron hasta un canal de barcos a unos 64 kilómetros de Varadero, Cuba. “Estábamos muy asustados, pensábamos que íbamos a morir porque los barcos que pasaban no nos veían. Estábamos perdiendo las esperanzas y en ese momento, vimos un crucero”.
Los pasajeros del barco avistaron a los migrantes e informaron al capitán, quien regresó al crucero para rescatar al grupo de cubanos. El barco había salido desde Tampa con destino a un territorio estadounidense, Puerto Rico.
Una vez llegaron a la isla, agentes de CBP los esperaban en puerto. “Ellos entran, nos recogen, nos esposan y nos llevan a la parte de la frontera que era el aeropuerto. Ahí nos hicieron las entrevistas para iniciar el proceso de asilo político”, dijo Vera Domínguez.
Fue uno de los oficiales de la patrulla fronteriza quien se comunicó con el sacerdote Pierre-Louis para que recibiera al grupo de cubanos, quienes no tenían dónde hospedarse en el inesperado destino.
“Hemos tenido medicamentos, alojamiento, colchones para dormir, la comida no nos ha faltado. Estamos eternamente agradecidos”, agregó Vera Domínguez.
Delgado Matos aseguró que le gustaría continuar su proceso migratorio en Puerto Rico, pues “el idioma es el mismo que nosotros”. Sin embargo, debido a que sus familiares se encuentran en el estado de Florida, se veían obligados a moverse.
El grupo anticipa que organizará un viaje junto a sus familiares en el crucero que los rescató “para llegar hasta aquí y visitar al Padre Olín y a todas las personas que nos han atendido”.