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Rasid Tugral ganó seguidores en la estratosfera de las redes sociales pos sus hipnotizantes fotografías del cielo nocturno sobre su país, Turquía. Él compartió imágenes, como la de un enebro de China contra una destellante Vía Láctea, en un sitio web de National Geographic. Ingresó en un prestigioso programa de postgrado en astrofísica, en Finlandia. Inteligente, bien parecido, aventurero y extrovertido, parecía estar destinado a una carrera dedicada al estudio de los cielos.
Sin embargo, Tugral estaba en busca de algo más. Un practicante musulmán criado en un hogar conservador, se sintió atraído por sitios web de la yihad, durante sus estudios universitarios. Tugral tomó en serio la interpretación radical del islam de estos sitios web. A principios de 2015, se apartó repentinamente de su familia y una vida cómoda, para sumarse a los yihadistas del Estado Islámico que luchaban en Siria.
Para agosto de 2016, Tugral había muerto, aparentemente mientras luchaba para EI contra fuerzas curdas. Tenía 27 años.
Miles de jóvenes musulmanes, seducidos por la ideología y propaganda de EI, han viajado para unirse y luchar por los terroristas del autoproclamado califato en Irak y Siria. Como Tugral, muchos abandonaron una vida de lujos y posibilidades. Su historia se destaca, sin embargo, debido al extenso registro escrito y fotográfico que dejó, documentando su transformación durante más de una década.
A través de los años, Tugral legó reveladores autorretratos, fotografías de gatos juguetones y llamativas escenas celestiales, consideraciones personales sobre el espacio exterior y su religión, y diatribas contra los no creyentes. En una detallada carta compartida en línea, el año pasado, Tugral relató sus experiencias diarias con EI, períodos de aburrimiento, entrenamientos agotadores y evasión de ataques aéreos. De una manera mojigata, defendió las prácticas más salvajes de Estado Islámico, incluyendo el degollamiento de personas y la esclavitud sexual de la mujer.
“Quien muera sin haber peleado una guerra santa o sin haber pensado en la yihad habrá muerto como un munaqif, un hipócrita," escribió Tugral en Facebook, citando un dicho islámico atribuido al fundador de esa religión, Mahoma. Eruditos islámicos convencionales, como Mohammed Abdelfadel, argumentan que los militantes extremistas corrompen la fe y el significado de yihad y que la religión, de hecho, condena el terrorismo y los ataques contra civiles no combatientes.
¿Qué llevó a Tugral por el camino de la radicalización y un final violento? Un equipo de periodistas de la Voz de América buscó respuestas, examinando los mensajes de Tugral en las redes sociales y la carta de 14 páginas de sus primeros días en Siria, traduciéndolos del turco. El equipo también entrevistó a algunos de los amigos y allegados del joven, así como otras fuentes, incluyendo, brevemente, a su padre.
La yihad no fue el camino donde Tugral comenzó, ni uno que su humor natural, curiosidad e intelecto hayan pronosticado. Su vida y muerte representan un caso de estudio trágico en la falsa gloria de la ideología de EI para una generación perdida de jóvenes musulmanes atrapados en su espejismo.
Criado en una familia devota
El segundo de tres hermanos, Tugral creció en el sector Sincan, de Ankara, en una familia que valora la educación y la religión. Su padre tiene un doctorado en literatura turca y enseña en una escuela secundaria. Su hermano mayor es ingeniero de programación que también compone música, su hermana menor ha sido estudiante y un tío por parte de su padre es profesor de matemáticas.
Suleyman Tugral, el patriarca, escribió en un blog sobre el islam, de 2008 a 2014, compartiendo poesía y sus perspectivas conservadoras. Él también lo conectó con su tesis doctoral sobre “El Sistema de Valores en el Corán”, en la cual da su apoyo a la yihad extremista y dice que judíos y cristianos están malditos por no creer en Alá y el profeta. “Un castigo doloroso les espera”, escribió.
Él y su esposa, un ama de casa, inscribieron a Rasid como estudiante de bachillerato en estudios privados del libro sagrado, una práctica común entre familias piadosas.
Genio “rebelde”
A finales de 2007, Tugral ingresó en la Universidad Técnica del Oriente Medio, (METU) –ampliamente conocida como la Harvard de Turquía, para estudiar física. El campus seglar representó un marcado contraste con su vida hogareña, según Nihat Celik, un excompañero de estudios y uno de varios allegados que confirmó la autenticidad de los escritos y mensajes que Tugral colocó en las redes sociales.
“Durante el día, él asistía a clases en un ambiente liberal. Pero, en la noche, estaba con su familia en su hogar religioso y conservador”, indicó Celik. “No es posible mezclar estos dos diferentes enfoques en una misma cacerola”.
En la METU, Tugral se hizo conocer por sus intereses en astronomía y fotografía y por sus, a veces, payasadas. “Era un genio. Hacía muy buenas preguntas,” dijo un profesor que por razones de seguridad solicitó anonimidad. Pero Tugral “no era el mejor estudiante, carecía de disciplina y perdía muchas clases”.
Tugral se anotó en el club de astronomía del centro de estudios y se hizo amigo de su líder, Utku Boratac. Juntos, estudiaron el cielo nocturno durante excursiones. También colaboraron en los eventos anuales de observación del firmamento, para el público, del Observatorio Nacional TÜBİTAK, comentó Boratac a la Voz de América.
En 2010, Tugral comenzó a compartir sus fotos de astronomía en una página para miembros de National Geographic y, en 2012, compitió en un concurso fotográfico de la NASA, para adaptar imágenes del Telescopio Espacial Hubble. En las redes sociales, adoptó el apodo de Nükleer Kedi or Gato Nuclear, reconociendo su cariño por los gatos y las fotografías de ellos.
Un inconformista “loco”
Gracioso y a veces extravagante, Tugral “siempre bromeaba y se burlaba de todo”, recordó un compañero de estudios, quien pidió anonimidad por temor a ser asociado públicamente con Tugral. “Una vez, vino a clases en un leotardo”, dijo el compañero. En otra ocasión, sin camisa y en pantalones cortos.
Ávido ciclista, excursionista y nadador, Tugral se esforzaba físicamente. El compañero recordó que “una vez estaba aburrido y montó su bicicleta desde Ankara a Konya”, una distancia de casi 262 kilómetros, casi 163 millas, desde la capital turca hasta esa ciudad en el sur.
“La mayoría de la gente que conozco diría que estoy loco, pero ellos también desearían ser como yo, porque generalmente hago lo que quiero. Mi experiencia como ciclista podría ser una de ellas”, escribió Tugral en el sitio web para viajeros Couchsurfing.
“Me gusta reír y hacer que los demás se rían (aunque a veces también lloro). La gente a mi alrededor no se aburre… casi nunca”.
Acercamiento al radicalismo
En METU, Tugral siguió siendo un musulmán practicante pero socializaba libremente con personas que no necesariamente compartían su interés en la oración, el ayuno y evitar los intoxicantes.
“En una ocasión, todos estábamos bebiendo alcohol”, dijo otro amigo que no quiso ser identificado por temor a ser objeto de algún ataque extremista. Tugral “no tomó con nosotros, pero comenzó a burlarse de sí mismo por no haber bebido”.
En 2013, participó en protestas contra el gobierno y comenzó a centrarse más en su fe, para comprender. Comenzó a cambiar, dijo su compañero de astronomía Boratac.
Tugral se distanció gradualmente de la mayoría seglar de la universidad. Se dejó crecer la barba y dejó de cortarse el cabello, siguiendo la costumbre de EI. Se quejaba mucho en Facebook de que “los comunistas en la universidad se juntan y se ríen cuando uno saluda a los hermanos tocándose las frentes”.
Él pasó más y más tiempo con la comunidad de la mezquita de la universidad y dedicaba horas a la discusión del Corán “pasaje por pasaje y palabra por palabra”, indicó Boratac. “Una vez, puso algo en Facebook, sobre el islam, y traté de comentarlo, para comenzar una conversación, pero nunca respondió”.
A veces, se sumergía en el estudio del Corán, durante días, incluso por un par de semanas, sin salir de la mezquita, dijo a la Voz de América Celik, que también pertenecía al club de astronomía. Él atribuyó la radicalización de su amigo, en parte, a su participación en un grupo de estudio en la mezquita. Para la primavera de 2014, “otra persona del grupo viajó a Siria o Irak”, señaló Celik. “No sabemos qué le pasó”.
La revista Newsweek, en un artículo de 2015, sobre reclutamiento yihadista, en el cual hablaba de Tugral, informó que un exmiembro del grupo de estudio de la mezquita se había sumado a EI y que compartió videos yihadistas, con Tugral, en internet. El reportaje decía que turcos simpatizantes de EI habían evadido la atención mientras las autoridades del gobierno turco se concentraban en los combatientes extranjeros que cruzaban su frontera con Siria.
Ocasionalmente, Tugral lideraba las oraciones en la mezquita de la universidad gracias a su capacidad de oratoria, dijo al diario BirGun, de Turquía, Ufuk Tastán, un asistente de investigaciones en el departamento de física de METU. Ellos fueron compañeros de estudio.
Pronto, Tugral comenzó a expresar públicamente su apoyo a la yihad. En Facebook, lamentó la muerte de civiles sirios que, según él, perecieron debido a los ataques aéreos rusos, sirios y de la coalición liderada por Estados Unidos. También condenó al gobierno y a la sociedad de Turquía.
“De vez en cuando, criticaba al gobierno por corrupción y sobornos”, indicó Celik, y también creía que el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan “interpretaba el islam de forma equivocada”.
Estudios en Finlandia
Tugral se graduó de METU en la primavera de 2014. Ese otoño, entró en un programa de maestría en física de la Universidad Jyväskylä de Finlandia. Dio la bienvenida al drástico cambio de clima y geografía escribiendo en Facebook que “definitivamente, mi nuevo campus es mucho mejor que el anterior”.
En las redes sociales, Tugral publicó fotos y se maravilló con el colorido otoño del país nórdico, junto con fotos de gatos, ardillas y otros animales.
Tugral estuvo menos centrado en sus estudios. En vez, gravitó hacia la mezquita An-Nur de la ciudad de Jyväskylä.
“No asistía a clases, sino que pasaba la mayor parte del tiempo en la mezquita o en internet, cuando estaba en su casa” uno de sus compañeros de residencia, Anbu Posakkannu, relató al periódico BirGun, de Turquía.
De acuerdo a Posakkannu, Tugral “frecuentemente decía que quería unirse al Estado Islámico”. La Voz de América no pudo establecer contacto con Posakkannu.
Boratac, el compañero de astronomía de Tugral, en METU, dijo a la Voz de América que él le hacía bromas a su amigo por su barba. “Le preguntaba, ¿cómo te dejaron entrar a Finlandia con ese aspecto? No te preguntaron si ibas a la yihad?”, recordaba Boratac.
“‘Aquí, ellos te juzgan por tus intenciones, no por tu aspecto’”, Tugral replicó, según Boratac.
Pero las intenciones del estudiante graduado habían levantado sospechas, de acuerdo al diario BirGun. Agentes de seguridad finlandesa iniciaron una investigación, a finales de 2014, informó el periódico.
El reportaje de Newsweek sobre Tugral también señaló que la policía, “alarmada por sus mensajes de Facebook”, había interrogado a Tugral fuera de la universidad.
El presidente de la mezquita, Khalid Bellamine, confirmó a la Voz de América que personal de seguridad de Finlandia lo había contactado para preguntarle sobre Tugral. Pero Bellamine respondió que “nunca se había reunido con Tugral y que nadie lo conocía en la comunidad”.
“Por lo que observamos, él visitaba la mezquita en horas tardías y no hablaba con nadie,” indicó Bellamine. “Si hubiese sospechado algo de él, claramente lo hubiese reportado”, agregó.
Antes de salir de Finlandia, para el receso de invierno de la universidad, Tugral llevó su cámara a la Catedral de Helsinki y al Hostal 7 Fells, de la región de Lapland, porque su propietario “también era un fotógrafo experimentado como yo”, escribió en Facebook.
Una treta y una huida
Tugral regresó al hogar de su familia, en Ankara, usando el lugar como una estación de paso antes de aventurarse más profundamente en la yihad. Dijo a sus padres que tenía pensado pasar la noche del 10 de enero de 2015 con amigos, en METU. En vez, empacó un morral ligero y se dirigió a Siria.
“Antes de partir, puse mi confianza en Dios”, Tugral escribió posteriormente.
Él hizo autoestop, deteniendo a un minibús. Al subir, “me di cuenta de que había olvidado mi cámara”, escribió. Él la había llevado a todas partes, documentando los cielos, el mundo que lo rodeaba y su propia evolución. El descuido, decidió, “no fue gran cosa”.
Cruzando a Siria
Ese recuerdo y lo ocurrido después aparecen en la larga carta escrita por Tugral, compuesta en fragmentos mientras careció de acceso a internet o redes sociales, en Siria. Titulada “Saludos desde la tierra del Califato”, él la compartió públicamente a través de un enlace en Facebook, el 25 de marzo de 2015.
En la ciudad fronteriza turca de Sanliurfa, en el sudeste, Tugral se encontró con hombres de Túnez, Libia y Arabia Saudita que deseaban luchar por el Estado Islámico. Juntos realizaron el cruce ilegal hacia Siria. “Tuvimos que correr durante mucho tiempo. Fue inteligente no haber traído equipaje pesado”, escribió Tugral, felicitándose.
Un miembro afgano de EI, de cabello largo, recogió a los hombres y los llevó más allá de una inmensa bandera negra de EI, al pueblo sirio de Tal Abyad. Fueron llevados a una casa iluminada por velas. Sus pasaportes, aparatos electrónicos y el resto de sus pertenecías fueron confiscados pero, Tugral persuadió a un combatiente de EI de que le diera unos minutos en su teléfono para enviar un correo electrónico a su familia.
“Era muy difícil conectarse a internet debido a la mala recepción”, escribió, explicando que su teléfono fue incautado antes de que pudiese enviar todos sus correos. “¿Hacia dónde voy?, comencé a preguntarme, pero, bueno, lo que sea”.
EI interrogó a los recién llegados y a cada uno le puso un sobrenombre. Tugral escribió “El mío, por supuesto, fue Abu Huraira”, Padre Gato, en árabe.
Hermandad y aburrimiento
Días después, Tugral fue transferido a otra casa, con orificios de bala en las paredes, que “probablemente fue un botín de guerra”, escribió. El lugar albergaba a unas 20 personas, y Tugral notó la diversidad y voluntad del grupo de cooperar con EI. Un hombre había sido luchador profesional de kick boxing, en Alemania, otro era un ingeniero mecánico de Bangladesh. Otro más fue allí apenas salió de una cárcel francesa. Un hombre pagó $15 000, para viajar desde China.
Al paso de unos días, Tugral y otros ocho reclutas abordaron un minibús para dirigirse a Raqa, la autoproclamada capital del EI. “Nos vemos en el cielo”, dijo al resto de sus compañeros, describiendo una despedida feliz.
Tugral exploró Raqa mientras esperaba impacientemente la educación sharía y el entrenamiento físico que EI exigía antes de combatir. La ciudad “era grande y congestionada... La gente continuaba viviendo normalmente sin decapitaciones”, observó en su carta. “El lado más hermoso de Estado Islámico es que, en todas partes, está prohibido fumar”, añadió, pero se quejaba del escape de “la quema de gasoil, en todas partes”, en motocicletas y calefactores.
Tugral pasó dos semanas en Raqa, acurrucado con otros reclutas extranjeros en una casa fría con poca agua, con poco más que huevos para comer. Le dolía la garganta, algo de poca importancia comparado con los atemorizantes ataques aéreos que sacudían puertas y ventanas “como si soplara un viento fuerte… A cada momento enfrentábamos el temor de que nos cayera una bomba en la cabeza”.
Preparándose para la guerra
En el curso de varios meses, Tugral fue trasladado de una casa a otra, dentro y cerca de Raqa, y luego a Homs. Se quejó de las condiciones de vida, del frío, el hacinamiento y la suciedad. “Éramos casi 30 personas durmiendo en una sola habitación y constantemente llegaban más reclutas”, escribió en su carta.
En un momento su morada fue simplemente primitiva: una cueva. EI la había acondicionado con “camas esponja”, una lavadora y un generador eléctrico. “También había varios botines de guerra”, escribió, incluyendo cobijas con el emblema de las Naciones Unidas, probablemente destinadas a refugiados.
El entrenamiento físico de Tugral comenzó en su primer día en la cueva. Los reclutas practicaban movimientos como el salto de rana y cómo avanzar en el lodo.
Tugral, que vestía una chaqueta y pantalones que había adquirido en Finlandia, “no quería arrastrarme en el lodo con ellos, pero tuve que hacerlo”, escribió, aconsejando a potenciales reclutas que trajeran ropa de camuflaje.
Entre sus compañeros de cueva estaban un ingeniero civil británico y su hijo. “Ellos sabían algo de las constelaciones, y yo, sin esperar a que me preguntaran, comencé a explicarles”, escribió Tugral. Aunque la cueva tenía electricidad, la mayor parte de la ciudad, no. Ninguna contaminación lumínica podía oscurecer el brillo de las estrellas.
“Puedo afirmar que el cielo está despejado en casi todo el Estado Islámico”.
Temor de los cielos
Casi en todas partes, los reclutas eran perseguidos por las incursiones aéreas. Aviones del régimen del presidente sirio Bashar al-Assad “volaban sobre nosotros, cada día. Una bomba aérea cayó tan cerca que su ruido nos ensordeció y dejó una gran zanja a nuestro lado”.
Tugral se cansó de vivir como un cavernícola. Y reconoció problemas de Estado Islámico: poca salubridad, pobre organización y, entre algunos reclutas, motivos cuestionables. Un recluta moldavo que previamente había estado con el Frente Al Nusra, asociado de Al Qaeda, “me dijo que varios de los yihadistas vienen por beneficios mundanos porque Estado Islámico les provee buena paga y techo”, escribió.
No obstante, Tugral visualizaba un futuro utópico.
“El Estado Islámico no es un estado excelente. Sí, es un estado islámico pero los errores del pueblo no son falta del estado”, escribió. “…las cosas aquí no funcionan a la perfección, no se preocupan mucho por la limpieza y no se cumplen las normas de tránsito. Pero trataremos de arreglar todo paso a paso, especialmente con la ayuda de los inmigrantes”, un término que EI utiliza para calificar a los combatientes extranjeros.
Entrando en batalla
Después de por lo menos un mes en la cueva, él y otros cinco reclutas fueron seleccionados como comandos e invitados a unirse a un grupo establecido de combatientes de EI.
Las condiciones mejoraron repentinamente, Tugral registró. Los comandos se mudaron a una casa en las afueras de Homs. Cada persona recibió una nueva cobija. Y el cocinero tayiko “preparó comidas más parecidas a nuestra cultura”, sacrificando un cordero todas las semanas para proporcionar carne. “Casi a diario servían bananas y naranjas. También nos daban de tres a cuatro (barras de chocolate) Snickers, todos los días”.
Para su primera batalla, a Tugral se le pidió que proveyera ayuda médica debido a un entrenamiento en primeros auxilios que había recibido en METU. “Yo era el doctor”, escribió. “El conocimiento médico más elemental que se posea es útil aquí”.
“Esa fue la primera vez que escuché tan de cerca el ruido de las balas: bang, bang”, recordó. Él y otros “comenzamos a escondernos tras las colinas cuando escuchábamos el ruido de los tanques y la artillería”. Después de horas de lluvia y viento congelantes, recibió permiso para la retirada. En la carpa que servía de hospital de campo había dos muertos y seis heridos, escribió, “y en todas partes olía a sangre”.
Defendiendo la barbarie
Después de otra noche de combate, Tugral y sus compañeros yihadistas regresaron a la base “triunfales”, escribió en su carta. Dos tanques fueron tomados como botín, junto con un camión ligero, varias granadas a propulsión, y “tres cabezas cortadas”.
Posteriormente, defendió las decapitaciones de EI, en un intercambio en Facebook con su excompañero de astronomía turco, Boratac, quien le preguntó ¿por qué se había involucrado con “un grupo que asesina gente inocente y corta cabezas? Eso es de sicópatas”.
Tugral respondió que se trataba de un castigo para quienes apoyan al régimen sirio, “quienes han matado a tantos inocentes” civiles y para “quienes rechazan” la autoridad islámica, “que se han convertido en esclavos de Estados Unidos”. También defendió que EI tome mujeres, predominantemente de la minoría religiosa yazidi, como esclavas sexuales.
Las decapitaciones sirven un propósito estratégico, dijo a Boratac: “Ese asunto es solo para la TV, para asustar a los enemigos. Cuando ven eso, se asustarán de nosotros y huirán”.
Una novia yihadista
En algún momento de la primera mitad de abril de 2015, Tugral resultó herido en un enfrentamiento con combatientes curdos, en el pueblo fronterizo de Tal Abyad. Él fue a Raqa a recuperarse de una herida no especificada.
Al siguiente mes, se casó con Aisha Zevra Et-Turki, una simpatizante de EI, también de Turquía.
En una publicación previa en Facebook, Tugral había dicho que los yihadistas solteros reciben un salario mensual de cien dólares y comparten una casa con otros seis combatientes. Los combatientes extranjeros tienen “cuatro meses para casarse. El Estado Islámico te proporciona una casa además de apoyo financiero para tus esposas e hijos”.
Tras la boda, Tugral drásticamente redujo su tiempo en las redes sociales. Boratac lo contactó a través de Facebook, preguntándole por qué estaba callado y esperando persuadirlo de que regresara a Turquía.
“El respondió que acababa de casarse y que a su esposa le daba celos verlo pasar demasiado tiempo en las redes sociales”, Boratac relató a la Voz de América. “No sabía si estaba bromeando o si lo decía en serio”.
Los siguientes mensajes de Tugral en Facebook y Twitter, aunque menos frecuentes, revelaban sus crecientes aspiraciones para una yihad radical y una devoción firme. Él rechazó los ataques aéreos, de los sirios, rusos y de la coalición liderada por Estados Unidos, y la muerte de civiles. Defendió hacer todo de acuerdo a la ley sharía, “desde comer hasta ir al baño”.
También criticó a los árabes sirios, quienes, argumentó en Facebook, no podían recitar correctamente del Corán ni siquiera hacer correctamente un saludo islámico. “Cuando digo ‘La Paz sea contigo’, a la gente de Raqa, me responden: “Hola, hola”. Realmente estoy harto de esto”.
Para los incrédulos, 'un boleto al infierno'.
El viejo Tugral, aquel apasionado por la ciencia, no desapareció completamente. Ocasionalmente volvía a publicar algunas de sus fotografías de archivo sobre astronomía. Comentaba sobre geología, empresas farmacéuticas y cómo la capacidad de almacenamiento de información de las computadoras eventualmente podría llegar a ser tan ilimitada como las estrellas.
En Twitter, elogió el trabajo de científicos como el fallecido teórico físico estadounidense Richard Feynman, aunque les advirtió que se “conviertan al islam, antes de que la muerte los alcance”. Tugral una vez conoció y se fotografió con el físico estadounidense ganador del Premio Nobel Walter Kohn. Sin embargo, después de la muerte de Kohn, en 2015, Tugral tuiteó que, ya que el científico no era musulmán, “desafortunadamente recibió un boleto para ir directo al infierno”.
La muerte alcanzó a Tugral a principios de agosto, durante un enfrentamiento con curdos respaldados por Estados Unidos, al norte de Raqa, según medios sociales de EI. Había estado combatiendo en esa zona en momentos en que Estado Islámico perdía terreno.
Durante una breve entrevista, el padre del yihadista fallecido dijo a un reportero de la Voz de América que la esposa de Tugral había confirmado su muerte en una llamada telefónica. Ella agregó que el cuerpo sería enterrado en Siria.
Suleyman Tugral dijo al reportero, quien había ido al apartamento de la familia, en Ankara, a mediados de agosto, que estaba tratando de recuperar el cuerpo de Tugral y que había solicitado una investigación a las autoridades turcas. “No sabemos cómo murió” dijo el padre. “Llevamos el asunto a la oficina del fiscal de Ankara y estamos esperando su respuesta”.
El padre no habló más de su hijo y otros familiares se negaron a ser entrevistados. Una imagen publicada en medios sociales pro Estado Islámico, el 8 de agosto, presuntamente muestra a Tugral después de su muerte en Raqa, Siria.
‘Espero verte en la otra vida’
El mensaje final de Tugral, en Facebook, apareció el 31 de agosto, casi un mes después de su muerte:
“Si pasa mucho tiempo sin que les escriba aquí, sepan que mi tiempo en este mundo se terminó y que he pasado a la otra vida. Oren por mí para que Alá me acepte como mártir. Este mensaje fue configurado automáticamente. Espero verlos en la otra vida”.
Su página de Facebook permanece activa pero su cuenta de Twitter fue bloqueada recientemente. En una declaración en respuesta a la Voz de América, Twitter indicó que ha “suspendido más de 360 000 cuentas por amenazar con o promover actos terroristas, principalmente relacionados” con EI, desde mediados de 2015.
Salih Doğan, investigador turco sobre política, relaciones internacionales y seguridad en la Universidad Keele, en Gran Bretaña, calcula que “miles de personas de Turquía” se han unido a EI. Aunque “todos pueden haberse visto influenciados por las atrocidades de la región de Damasco en Siria”, dijo a la Voz de América, los reclutas tienen diferentes motivos. Algunos tal vez sean atraídos a la ideología yihadista por haber crecido en el seno de una familia conservadora, por sentirse injustamente elegidos como blanco, por rebelarse contra un estatus bajo o anticipando una ganancia financiera.
"Es una cosa terrible ver a esta gente ir por este camino”, senaló Doğan. "Creo que la conclusión aquí es llenar un vacío dentro del mundo interior y emocional de un ser humano”.
Las preguntas sobre Tugral aún persiguen a su compañero de astronomía, Boratac.
Una vez habían visto, en el cielo nocturno, una inexplicable luz brillante que Boratac pensaba podría ser un OVNI. Rasid escuchó en silencio y posteriormente investigó. “Me dijo, ‘No idiota, es un satélite’, y me enseñó a nunca más sacar conclusiones sin investigar”.
Así que, Boratac se pregunta, cómo Tugral pudo haber sido tan engañado por la propaganda y crueldad de EI.
“Hace que me pregunte... ¿Cómo llegó a ese punto? Antes era un tipo divertido que no se tomaba nada en serio. Ese mismo hombre terminó justificando decapitaciones”.
Celik, su compañero de clases en METU, teoriza que Tugral no pudo encontrar un puente entre dos mundos divergentes: “Creo que estaba muy confundido y desorientado entre, por una parte, la religión, y por otra, la ciencia”.
“Creo que su mundo interior era muy oscuro”, dijo Celik. “Pude sentirlo incluso antes de que se uniera a EI”.
Este reportaje fue realizado por Uzay Bulut, Kasim Cindemir y Rikar Hussein, de la Voz de América, en Washington. Yildiz Yazicioglu contribuyó desde Ankara, Turquía. Fue escrito por Carol Guensburg. A menos que se indique de otra manera, las fotografías fueron obtenidas de las cuentas de Rasid Tugral en Facebook y Twitter.
Traducido al español por Alejandro Escalona. Editado en español por María de los Angeles Franco.